Originaria de Lima. Estudió en una buena escuela de niñas bien, rodeada de un mundo lleno de buen gusto y arte. Su madre es una de las mejores diseñadoras de muebles en Perú, empresaria desde muy joven y una mujer de vanguardia en todo sentido de la palabra, tradicional sí, pero una mujer fuerte y muy inteligente.
Mi padre, un ser tierno y amoroso, lector de periódicos en la mañana y habilísimo en la resolución de Sudokus y Geniogramas a sus pasados 90 años. Su interés por el arte lo tuvo desde muy niña, haciéndolo y observándolo. Sus veranos estuvieron llenos de talleres de arte, de cerámica, dibujo, pintura y clases de teatro. El teatro y la creación de mundos fantásticos fue para algo que la motivo siempre, influenciada por películas cómo la “Historia sin fin” y “Fantasía”, lectora de Tolkin y fascinada por los duendes y las hadas. Quería ser escenógrafa.
En el Perú de finales de los 90’s la guerra civil mermaba la economía, la vida y los sueños, entre bombas y toques de queda a las 10 de la noche.
Decidió estudiar primero Diseño Interior, en Perú no existía aun una carrera que le permitiera estudiar lo que quería y de ahí buscar vida fuera de la familia y de su país. Llegó a México a estudiar en la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA.
Tuvo la suerte de ver construir el CNA.
El mundo del teatro, su análisis y los procesos creativos que dan pie a creación de espacios que sólo crean magia durante los lapsos de tiempo, me abrió un mundo de conocimientos fantástico. La vida transcurría entre lecturas de textos teatrales, historia del arte, análisis de textos, eternas pláticas con directores y actores, el mundo de las maquetas, planos, bocetos y pasos de gato.
El trabajo en equipo junto con otros creadores, directores, vestuaristas, técnicos, actores y demás personas que trabajan por un fin en común, efímero y mágico, la hizo aprender lo que realmente significa un trabajo en conjunto uniendo en un solo proyecto una idea en común. Por eso siempre digo que mi paso por el teatro, me dio en conocimiento y análisis para entender y aplicar en su trabajo el sentido del trabajo grupal el consenso y el llegar a un objetivo en común, para llegar finalmente al espectador.
Regresó a Lima ya casada unos cuantos años más, dedicándome a trabajar en teatro, en diseño interior y de muebles, participó en Casa Cor y a la maternidad.
Migró ahora en familia, por Caracas y Medellin. Seguí tomando talleres de técnicas cerámicas y en Medellin ingresé a tomar talleres en la Carrera de Cerámica Industrial de la EAFIT, aprendiendo procesos de quemas y formulación de esmaltes.
De regreso a México, se instalaron en Metepec e ingresó a “La Escuela de Artes y Ciencias de la Vida de Moichi Okada”. Perfeccionó la técnica de esmaltes y tierras e instalé en mi casa/taller un horno a gas de 8 quemadores, que me permitía trabajar en las quemas de una manera más estricta, aparte de dar clases a niños y adultos.
El tiempo de estar en contacto haciendo arte entraría en ese momento en receso.
Regresó a la CDMX, abandonando mi horno y mis esmaltes y entre varios trabajitos de asistente de producción, vendedora de tienda departamental y venta de obra gráfica antes de las Navidades, Santa tenía que llegar si o si, entro a trabajar en Algarabía como vendedora de anuncios publicitarios.
Ahí todo cambio. Entró al mundo de la publicidad sin querer, dándose cuenta del encasquillamiento que existía en ese momento y que creo aún sigue, en la manera de comunicar de la publicidad y en la enorme cantidad de dinero que se paga por comunicar de una manera distinta y por otro lado el poco apoyo que podían tener en ese momento los medios de comunicación alternativos.
Entró a Revista Picnic, un icono de los medios impresos y empiezo a desarrollar pautas específicas para los lectores un medio artístico, con marcas que querían “contenido” en sus anuncios, y no nada más la “nota editorial”. Es ahí donde a partir de un esfuerzo muy interesante de los mercadólogos y los creativos de Picnic, se empieza a hablar de Artmarketing. Estrategias de comunicación de marca ligadas al arte, que podían a partir del dinero de publicidad sostener al medio y sobre todo, obtener pago justo a los artistas que colaboraboradores.
En esa etapa, que duró cómo 10 años, me sumerjo de lleno al análisis y a la creación de conceptos creativos, llegando a su fin, cuando las noticias que los medios impresos acabarían a merced de las redes sociales y el contenido digital.
En paralelo la CDMX, empieza a llenarse de color y murales. Proyectos como el All City Canvas empiezan a surgir y las marcas se dan cuenta del potencial que tiene la vía pública para comunicar. Salió a las calles y se unió a Arca México, ahora queriendo potencializar todo lo aprendido en impresos pero en vía pública, y sobre todo viendo la manera de derivar fondos de publicidad al arte. El Festival Internacional de Arte Público Constructo, se convirtió en un reto para ella.
Consiguió los fondos para producir un proyecto completamente gratuito y de bienestar cultural y social, se convirtió en un reto enorme para mí. Tenía una muy buena base de datos de marcas que durante años había alimentado y ahora era llegar a ellos, apelando la importancia de dejar legados culturales para la ciudad y llegar a sus consumidores de otra manera. Han sido 4 festivales y más de 100 murales pintados por artistas de muchas partes del mundo en la CDMX, incluso en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, donde tuvo el honor de ser invitados en el 2017.
El año pasado marcó un parteaguas.
Empezó en Arca, con Edgar a tomar talleres de gestión cultural, de financiamiento de empresas artísticas, de estrategias de venta y nos dimos cuenta que pertenecemos a esas Industrias Naranjas, a esas Industrias Creativas que el día de hoy toman fuerza y buscan desde otro punto generar presupuestos y derivar fondos para que el arte siga haciéndose de una manera lucrativa y convertirse en fuente económica para todos.
Entendí que mi “arte” en todo este periodo de vida estuvo dedicado a procurar que otros hicieran arte.
Regresó a pintar. Regresó a procura espacios creativos para mí misma, montando nuevamente mi taller en una esquina de la sala de mi departamento.
"Podría confesar al día de hoy, que el arte en mi vida es mi motor, es mi yo. El arte rige mi vida, haciéndolo y procurando que se haga.
Cómo digo siempre, para mí el “arte es vida”.
El arte es el reflejo de uno mismo, hay algunos que tenemos, aprendemos las herramientas para crearlo, o nos damos el tiempo para hacerlo, otros son observadores y sintientes de las manifestaciones artísticas, pero el procurar que el arte siga siendo parte de la vida cotidiana de todos….ese…ese es mi arte."